martes, 26 de enero de 2010


Al fin llegué a la habitación de mi hotel…

La jornada había sido más que dura, visitando un montón de clientes sin conseguir prácticamente nada.


Puse la tele, desconecté el móvil y comencé a desnudarme: Me deshice de mi chaqueta, de mi falda de tubo, de mis zapatos de tacón, de mis medias y de mi ropa interior en un visto y no visto. Anduve un rato desnuda por la habitación, liberándome al fin de tanto estrés y tanto agobio de todo el día.

Me dirigí al baño, dispuesta a meterme en remojo durante al menos un par de horas… o quizás el resto de mi vida… cuando reparé en el enorme espejo que cubría prácticamente toda la pared, justo frente a la bañera. Observé detenidamente mi cuerpo desnudo y sonreí.


Recordé entonces lo que una compañera me comentó alguna vez: Aquella leyenda urbana que decía que tras los espejos de algunos hoteles había otra habitación y alguien podía estar observándonos. Lejos de avergonzarme pensando que aquello pudiera ser cierto, me entraron unas enormes ganas de exhibirme e imaginar que al otro lado de ese gigantesco espejo había varios hombres admirándome… por lo que mi cuerpo empezó a sucumbir de esas presuntas miradas y a exhibir toda la lascivia en unos movimientos sensuales como si les dedicara una erótica danza en exclusiva. Palpé mis pechos moviendo mis caderas, recorrí mis curvas con mis dedos, tras lamerlos, pasé impúdicamente la lengua por mis labios y me masturbé frente al espejo, acercando mi sexo junto al cristal… Fue un acto reflejo, nunca mejor dicho… y además supuso una excitación en todo mi cuerpo que solo me empujaba a seguir y seguir danzando de la forma más sensual y libidinosa del mundo.

Un orgasmo maravilloso me invadió a los pocos minutos imaginándome observada, soñando que al otro lado del espejo, un montón de hombres se masturbaban del mismo modo… mientras mis jadeos se oían en cada rincón de aquel baño.


Aun metida en la bañera, volví a mirar al espejo y sonreí, pensando que seguían observándome. Lancé un besito creyendo que realmente había alguien al otro lado... ¿Por qué no?


Desde ese día, no hay hotel en el que no practique una sesión de exhibicionismo frente al espejo... por si acaso.


Lydia

sábado, 9 de enero de 2010

¿Te has planteado alguna vez, qué edad tendría tu amante ideal? O mejor dicho ¿Cuál es la edad ideal para un amante?

Dicen que cada edad tiene su encanto y supongo que eso es extrapolable también a las relaciones íntimas, claro. Suponte por un momento que estás en la tesitura de tener que elegir una pareja para la cama (fuera aparte de infidelidades o que sea tu propia pareja, que evidentemente no vale…)

Seguramente es generalizar, pero aun con eso y sabiendo que cada persona es un mundo, me pongo a pensar cual es la edad ideal para mi supuesto amante. ¿Joven y vigoroso? o ¿Maduro y experimentado?

Lo podemos dividir en varias fases…

Atracción: Aquí el tema es para gustos, hay de todo, pero aparte de que un joven lo es… y eso ya es bastante, no sé por qué los maduros siempre tienen un puntillo especial.


Seducción: Digamos que de entrada hay un empate, porque es cuestionable, pero quizás también la experiencia y el arte de varias conquistas le cuenten en su curriculum al maduro.

Fase previa: Caricias y besos artísticos nunca van a faltar con un hombre experimentado, que si quiere recompensa, sabe que se lo tiene que trabajar…El joven será más torpe por lógica.


Intensidad: Seguramente en este terreno gane la juventud, por aguante, por agilidad y otras muchas cosas, digamos: innumerables posturas imposibles… por poner un ejemplo, aunque en este caso, la cantidad no siempre tiene por qué ser calidad.


Fogosidad: Sin duda gana también el joven, aunque hay sus excepciones… y por eso precisamente también hay muchos que se pierden en el ardor mientras una se queda a verlas venir.

Experiencia: Aquí es el maduro el que tiene la técnica. Es posible que el otro tenga mucha teoría, pero al final, lo que cuenta son las clases prácticas.

Innovación: El joven traerá las nuevas técnicas recién salidas del mercado, pero el experimentado ganará por conocimiento de todos los recovecos y puestas en escena.

Éxtasis: Creo que el tamaño y otras características técnicas pueden influir, aunque no sean primordiales, pero si quieres caña en esos momentos álgidos, un joven se llevaría la partida de calle


Y después… : Aquí es posible que ambos se te queden dormidos como troncos, pero seguramente una conversación puede dar lugar a algo interesante para el cigarrillo de después. ¿Qué no?

Sí, creo que al final, me voy a quedar con la madurez, de todas, todas.
¿Y tú?


Lydia
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